Dos funciones del lenguaje que no son argumentos
Dos funciones que no son argumentativas
Hay dos tipos de funciones del lenguaje que es muy importante distinguir de la argumentación, porque son causa común de confusión al identificar los argumentos. Estos dos tipos de funciones son las explicaciones causales y las reglas que forman parte de las normas y otras proposiciones.
Veamos.
En un momento del caso que hemos estado relatando el acusador señala que el hecho de que Lydia sea un vientre en alquiler explica por qué Lydia tiene certificados de nacimiento y por qué el médico obstetra afirma que los otros niños nacieron de Lydia.
¿Existe un argumento en ese extracto?
El hecho de que Lydia sea un vientre en alquiler explica por qué el médico obstetra afirma que los otros niños nacieron de Lydia.
En realidad, en ese caso no hay –en principio– pretensión de hacer más aceptable una opinión.
Lo que pretende el acusador es relacionar causalmente dos posibles hechos:
Por una parte que Lydia es un vientre en alquiler
Por otra parte, que Lydia tiene certificados y que el médico afirma que los niños nacieron de Lydia
Lo que señala el acusador es que Lydia tiene tales certificados y el médico afirma lo que afirma a causa de que Lydia es un vientre en alquiler
Esto puede ser parte de un argumento más complejo, algo que veremos más adelante, pero por sí solo no lo es, pues tiene otra función del lenguaje: explicar causalmente.
Eso es muy importante entenderlo.
En las explicaciones causales a veces usamos los mismos términos que en la argumentación, pero las funciones son distintas.
En la explicación causal afirmamos como hechos algunas situaciones y las relacionamos causalmente, decimos que uno es la causa de la otra.
Ej. Clásico: salió humo del apartamento porque hubo un incendio.
Lo que se quiere decir es que la causa del humo fue el incendio.
O que lo que explica (causalmente) el humo es el incendio.
La función es la de conectar causalmente dos supuestos hechos: el incendio y el humo. El humo fue causado por el incendio.
En cambio, si vemos humo saliendo del apartamento y no sabemos a ciencia cierta qué lo ocasiona, podemos decir: probablemente hay un incendio, porque está saliendo humo del apartamento.
En este caso estamos dando nuestro punto de vista (probablemente hay un incendio) y tratamos de justificarlo o hacerlo más aceptable mediante una afirmación: que está saliendo humo.
En otras palabras, este caso tiene como función hacer más aceptable la conclusión de un argumento.
Y si, además, estoy llamando a los bomberos y les digo lo anterior, también doy el argumento con el fin de convencer a los bomberos de que digo la verdad, de que probablemente se está quemando el apartamento…
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En otro extracto de lo señalado por el acusador señala lo siguiente:
Las leyes indican que pedir asistencia pública por niños que no son sus hijos es un fraude
Imaginemos que el artículo en cuestión expresa justamente eso: quien pida asistencia pública por niños que no son sus hijos será condenado por fraude.
Esa norma puede formar parte de un argumento. De hecho, en el juicio contra Lydia es una de las premisas del argumento principal del acusador:
Premisa 1: Lydia pidió asistencia pública por niños que no son sus hijos;
Premisa 2: (la norma) quien pida asistencia pública por niños que no son sus hijos será condenado por fraude;
Conclusión: Lydia debe ser condenada por fraude.
Pero, nota que la norma en sí misma no es un argumento ni puede ser un argumento. Quien creó la norma no pretende hacer más aceptable ni convencer a nadie.
Las normas tienen como función regular una situación, ordenar, prohibir o permitir algo, pero por sí solas no funcionan como argumentos.
Lo mismo sucede con las proposiciones condicionales. Una proposición condicional es una expresión de la forma: si… entonces…
Lo que está antes del entonces es el antecedente, lo que está después es el consecuente.
Simplificando, la función del condicional es hacer depender del antecedente el acaecimiento del consecuente.
Por ejemplo, al decir:
Si llueve, entonces no voy al juego
Hago depender mi ida al juego de que no llueva.